La foto la hice después de aparcar innumerables veces con esta perspectiva, dos plazas más allá de los carros de la compra. Pensaba en quien había puesto esa ventanica ahí y en el que había pensado en esa combinación de colores tan chula. Estaba convencido de que la iba a cuadrar con líneas paralelas y perpendiculares y siguiendo las guías de mi pantalla. Pero de repente mi mano izquierda empezó a desobeceder y aquí está el resultado. C´est la vie pensé, no sin antes rendir culto a la bendita amistad que puede surgir en algunos momentos entre la literatura y la fotografía.
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