Orgulloso de su función se mostró siempre altivo , incluso cuando el operario municipal sacó aquella enorme llave inglesa para atacarle. Resistió hasta decir basta pero no pudo con el martillo neumático de aquel energúmeno. Falleció sin testamento. No tenía hijos, ni perro, ni nada a lo que aferrarse. Tan solo su historia del trabajo bien hecho hasta sus últimas consecuencias.
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