Hoy por un momento he soñado con que el Rey, la Hermosura,
la Discreción, el Rico, el Pobre, el Labrador y el Niño me venían a visitar y
que todos decían “haz el bien, que Dios es Dios”, las virtudes y los vicios, la
vida y la muerte como telón de fondo. He intentado por un momento erigirme en protagonista
de la serie y he descubierto que los invitados a mi mesa han cumplido con las expectativas
que el supremo hacerdor les marcó en el origen. He pensado en las siete
virtudes teologales, en el Padre Ascete y he recordado el dolor de mis
genuflexiones infantiles. He meditado sobre la intrascendencia de algunas comedias
y sobre la dinámica de la dialéctica, con la síntesis que supera la antítesis tras
conocer el planteamiento de la tesis. Y me he preocupado. Por una parte por la
vanalidad de nuestro mundo pero también me he alegrado porque hay gente que se
toma en serio eso de que la cabeza le carrule con un posicionamiento crítico y
positivo. Ojalá que mis palabras y mis hechos le pillen al alguacil abriendo la tapa del puntido. Benditos autos
sacramentales cuando remueven conciencias.
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